
EMMAUS
Emaús fomenta y apoya el ministerio hacia y con las personas LGBTQ y sus familias en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos DÃas y sus alrededores.

NUESTRA VISIÓN
Emaús es una comunidad de Santos de los Últimos DÃas heterosexuales / cisgénero y LGBTQ que están llamados al ministerio por la seguridad, el bienestar y la felicidad de las personas LGBTQ en la Iglesia de Jesucristo y sus alrededores.
Visualizamos comunidades, congregaciones y familias donde las personas LGBTQ saben que son apreciadas, donde están libres de discriminación y desigualdad, donde son completamente escuchadas, comprendidas y protegidas, y donde su agencia es respetada.
Nos sentimos impulsados a hacer este trabajo por nuestros testimonios del Evangelio. Sabemos que hay un lugar en la Iglesia de Cristo y en el plan de nuestros Padres Celestiales para cada uno de nosotros, y nuestro corazón sufre por la angustia causada por la incomprensión y la falta de conocimiento.
Creemos que el camino a seguir pasa por la relación, la conexión y la escucha. Honramos el valor, el proceso de discernimiento y la agencia de las personas LGBTQ, y estamos trabajando para que se nutran y apoyen en cada congregación, comunidad y familia. Queremos que los miembros y lÃderes de la Iglesia conozcan a las personas LGBTQ y escuchen sus historias. Queremos que todas las personas LGBTQ sepan que sus contribuciones son indispensables y que experimenten un amor verdaderamente incondicional en su iglesia y en sus familias.
Reconocemos que el cambio real requiere tiempo y paciencia. Sabemos por experiencia el poder de la relación para transformar la comprensión. Estamos comprometidos con un proceso que fomenta la conexión, la comunicación, el aprendizaje y la empatÃa.
LA HISTORIA DE EMMAUS
El nombre de nuestro Ministerio proviene de una amada historia de Jesucristo que se encuentra en el Libro de Lucas, CapÃtulo 24. Después de la crucifixión de Jesucristo, sus discÃpulos se preguntaron si toda esperanza estaba perdida. Tres dÃas después, temprano en la mañana, las disciplinas de Cristo MarÃa Magdalena, Juana y MarÃa, la madre de Santiago, fueron a la tumba de Cristo para vestir su cuerpo. Pero cuando llegaron, se sorprendieron al encontrar a dos hombres con ropas brillantes junto a una tumba vacÃa. "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?" los ángeles preguntaron: "No está aquÃ, sino que ha resucitado". (Lucas 24: 5-6.) Los tres testigos volvieron corriendo para contarles a los discÃpulos el milagro que habÃan visto. Al principio, los discÃpulos no les creyeron, aunque se maravillaron en sus corazones.
Más tarde, ese mismo dÃa, dos de los discÃpulos de Cristo se pusieron en camino hacia Emaús, una pequeña aldea a cinco millas de Jerusalén. De camino a Emaús, hablaron juntos de la muerte de Cristo con tristeza. Mientras hablaban, un hombre se acercó y pidió caminar con ellos en su viaje. El hombre preguntó a los discÃpulos de qué hablaban con tanta tristeza. Explicaron que eran seguidores de Jesucristo, pero que los principales sacerdotes lo habÃan entregado a la muerte. Y los discÃpulos relataron la asombrosa historia de la mujer de encontrar su tumba vacÃa y la visión de los ángeles diciendo que estaba vivo. En respuesta, el hombre enseñó las disciplinas de las Escrituras, explicando que esto era parte del plan de Cristo, entrar en su gloria.
A medida que pasaba el dÃa, los discÃpulos descubrieron que no querÃan dejar el lado de este hombre. Le suplicaron: "Quédate con nosotros, porque es hacia la tarde y el dÃa está muy avanzado". (Lucas 24:29.) El hombre estuvo de acuerdo y se quedó con ellos. Juntos compartieron una comida. El hombre partió el pan, lo bendijo y se lo dio a los discÃpulos.
En ese momento, se les abrieron los ojos y reconocieron que su compañero de viaje era su Señor y Salvador, Jesucristo. Tan pronto como se dieron cuenta de esto, Cristo desapareció de delante de ellos. Los discÃpulos, maravillados de lo que habÃa sucedido, se decÃan unos a otros: "¿No ardÃa nuestro corazón dentro de nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y mientras nos abrÃa las Escrituras?" (Lucas 24:32.) Los discÃpulos se levantaron rápidamente y se apresuraron a regresar a Jerusalén esa misma noche para compartir el milagro. Cuando se reunieron con los apóstoles, los testigos de Emaús testificaron: "El Señor ciertamente ha resucitado". (Lucas 24:33.)